Mi historia
2014
En 2014 caí en la cuenta, tras varios episodios con fuertes dolores de barriga nada casuales, que llevaba muchos años intentando encajar y hacer todo lo que yo entendí que se esperaba de mi. Tener un trabajo importante, un buen sueldo que me permitiera mantener mis hobbies y una cierta estabilidad. Comprar una casa y un largo etc de conveniencias que a todos seguro nos son familiar.
Hasta aquí sé que suena a tópico, pero no te vayas, dame una oportunidad a ver si te sorprendo.
A los casi 30, licenciada en derecho, 3 años estudiando para ser juez y dos másters, lo dejé todo. Desde que era pequeña solo pensaba en lograr un trabajo por el que me pagaran el sueldo prometido. El que mis padres y mi hermana mayor habían conseguido.
Te suena, ¿verdad?
Recuerdo como si fuera ayer el día en el que debía rellenar un formulario con las tres opciones de carrera que quería estudiar. Un momento en el que yo me dedicaba a construir un muro de exigencia cada vez más elevado porque el sistema me hizo creer que yo era lo que hacía y por tanto mis notas, malísimas por cierto.
Vamos, que había suspendido tanto que algunos profesores vaticinaron que no iba a estudiar una carrera.
Una sele aprobada por los pelos después, terminé estudiando derecho.
Con los años, mi camino profesional no tenía nada que ver con lo que imaginé ni con lo que me habían contado. Iba en piloto automático desde hacia años y sentía que no me encontraba, ¿qué estaba pasando, en qué punto había podido decidir realmente?
¿En qué momento me olvidé de mi entre tanta expectativa rancia?
Durante mucho tiempo creí que eso era lo que me tocaba, era todo a lo que podía aspirar. Poco espabilada según el sistema, no muchos intereses o no contados en voz alta por si sonaba la alarma de incendios, y la mediana de dos hermanos que conocían toda la geografía mundial y las fechas de todas las guerras civiles.
No sé de donde salió esa fuerza, pero hice un alto en el camino. No me daba la gana de seguir así. Yo tenía un montón de inquietudes que el mundo no se había molestado en tener en cuenta. No me interesaba tanto la historia de las ciudades que visitaba, pero la belleza de algunos paisajes me emocionaba tanto que los dibujaba sin saber hacerlo. No me importaba nada la tabla periódica de los elementos y se me daban de pena las ecuaciones, pero se me daba de maravilla la sintaxis y el cálculo mental.
¿Había algo ahí no?
A finales de 2014 dejé el trabajo y decidí parar.
Pero claro, cuando uno para, ¿hacia dónde va?
2019
En 2019 tras una fuerte inversión en dos proyectos de emprendimiento que me ayudaron a definir mi camino, dos másters en Marketing y diseño UX/UI, y un MBA digital después, empecé a trabajar como directora de marketing de una startup dentro del ecosistema de la más conocida Venture Builder española.
Tenía un muy buen sueldo, mucha responsabilidad y llevaba un equipo de 12 personas.
A pesar de todo lo que me lo había currado y lo que me había esforzado, de haber trabajado en marketing digital por años, estuve mucho tiempo sintiendo que no me lo merecía y que por ello debía trabajar más que el resto. Dejar decisiones vitales a un lado y trabajar para lograr una estabilidad, ser empleable para lo que pudiera pasar.
Tengo que decir que me flipaba mi trabajo. Pero volví a caer en la trampa.
2021 – 2022
En 2021 sufrí burnout. Dejé de existir en esa empresa y en 2022 decidieron amortizar mi posición. Justo el día del cumpleaños de mi hermana y sobrino, por vídeollamada.
Volví a las aulas de todas aquellas asignaturas que me hicieron sentir tan pequeña. A las clases particulares para rascar un cinco. A las recuperaciones todos los veranos.
10 días más tarde la empresa no levantó la ronda de financiación prevista y se comunicó un ERE del total de plantilla.
En poco más de un mes, tuve dos oportunidades de lograr un trabajo con condiciones muy parecidas y mismo cargo. Pero, tratando de encontrar respuestas y de ayudar a mi equipo a que no pasara por lo mismo mientras trabajaba en la empresa, había conocido el mundo del coaching y hecho mis primeras incursiones. Sentí que había abierto una puerta que no estaba dispuesta a cerrar.
Empecé a crear contenido en redes sociales. En poco más de cuatro meses tenía más de 10.000 seguidores en Instagram y Tiktok y vídeos con alcances de más de 1 millón.
Mucha gente me escribía porque se veía reflejada en mis mensajes, que tenía dudas sobre cómo afrontar un cambio, que quería tomar decisiones.
Así que seguí formándome en las mejores escuelas: Coaching ejecutivo, Programación Neurolingüística (PNL), Insights Discovery, Coaching por valores y especialización en estrés.
Y decidí dedicarme a ello.
Sobre mí
Mi nombre es Andrea, vivo en Barcelona, soy la mediana de tres hermanos y reinventé mi carrera profesional, por primera vez, cerca de los 30.
Tras 10 años trabajando en el ecosistema emprendedor, los últimos cuatro como directiva en una startup, sufrí burnout. Por eso decidí formarme en coaching y ayudar a quienes estén pasando por lo mismo.