#14_La Pregunta Adecuada En El Momento Adecuado
Hoy quiero compartir contigo una historia y una pregunta.
Suena raro, pero todo encajará al final.
Confia.
🔮 Una historia
A principios de 2009 estaba preparando oposiciones para ser juez. Estudiaba 6 días a la semana, entre 8 y 10 horas diarias. Mi día libre era el domingo.
Dos veces por semana iba al preparador. El preparador básicamente es una persona que ya ejerce como juez (al menos en aquel entonces) y que organiza tu plan de estudio.
Para que te hagas una idea, las oposiciones de judicaturas consisten en más de 300 temas que tienes que aprenderte de memoria y al dedillo (piensa que un alto % del temario son leyes que tienes que saberte con puntos y comas).
Los exámenes consisten en:
- 1 test
- 2 orales (en cada oral tienes que "cantar" cinco temas aleatorios en máximo 15 minutos cada uno, así del tirón).
"Cantar" en la jerga opositora se refiere a decir el tema de memoria.
Si conoces o te has cruzado alguna vez con un opositor u opositora, ahora entenderás porque somos gente que suele hablar a buena velocidad.
Yo iba los martes y los jueves a cantar con mi preparadora.
Un par de años antes, me había sacado el carnet de conducir. Pude coger uno de los dos coches que teníamos en casa y que conducía mi hermana mayor, nada más aprobar. Tuve tan mala suerte que al poquísimo tiempo de coger el coche, se me quedó parado en diagonal entre dos carriles por una zona de Barcelona (ciudad en la que vivo) por la que transita un buen número de gente. Y me dio un de todo cuando el 90% de los conductores empezaron a pitarme y a maldecirme.
Me paralicé, la gente no me supo (algunos no quisieron) ayudar, ni me planteé lo de los chalecos reflectantes y el triángulo... Estaba cerca de casa así que solo se me ocurrió poner los warnings y llamar a mi padre.
No fue tanto el susto, porque la circunstancia como tal no era grave, sino el mal sabor de boca que me dejó que pudiera controlar tan poco ni el coche ni la situación.
Empezaron entonces las reticencias a conducir un coche.
Justo un tiempo después, conducía mi moto (tenía el carnet desde los 16) por la Ronda del Mig (Barcelona) camino a mi preparadora. Y me dio un ataque de pánico. La presión me pudo.
Y fue entonces cuando dejé de conducir el coche completamente. Ya había tenido un incidente y pensé, ¿te imaginas que esto me ocurre con el coche y no con la moto? De algún modo, y más en Barcelona (ciudad de motos por excelencia), sentía que tenía más control y que al igual que hice en el momento que me ocurrió, me permitía coger la primera salida y pararme en la acera o incluso echarme a un lado y poner las luces de emergencia.
Era imaginarme salir a las rondas con tanto coche, velocidad y carriles, y el corazón se me aceleraba.
En junio de 2016 me mudé a Madrid. Barcelona a su lado me parecía un pueblo (que nadie se ofenda porque adoro Barcelona, pero también me encanta Madrid, donde siempre digo que fui muy feliz). Si las Rondas de mi ciudad me daban pánico, no os cuento cuando vi la M40, entre otras.
Hacía tantos años que no cogía un coche que me planté convencida de que con la moto 125 sería suficiente. Pronto me di cuenta que eso era jugarse la vida en cada trayecto.
No conducir el coche viviendo en Madrid me quitaba mucha autonomía e independencia. Yo vivía en un barrio que se llama Montecarmelo (increíble barrio) así que no vivía en el centro. Madrid me parecía enorme. Te equivocabas por una salida y google maps te sumaba por lo menos 15 minutos extra.
Me tiré unas semanas maldiciendo cómo lo había podido dejar pasar durante tantos años, si ya en Barcelona el hecho de no conducir me había hecho depender tanto de terceros para algunas cosas. Pero la incomodidad que me generaba la sensación de descontrol al subirme al coche era tal, que simplemente elegí aquello que me era más cómodo, y lo fui alargando en el tiempo sin ser consciente de las consecuencias.
Finalmente, en Madrid volví a conducir, después de casi 8 años y el pánico que me daba la M40.
Volví a conducir un coche pequeño (que me diera la sensación de control parecida a la que tenía con la moto) y un automático (que tuviera que pensar lo menos posible).
Simplemente busqué mi forma de superar la incomodidad.
👊🏻 Una pregunta
"¿En qué situación de tu vida o tu trabajo estás buscando en este momento la comodidad, cuando lo que se requiere es un poco de incomodidad?".
Esta frase es de un libro que te recomiendo que se titula "Cuatro mil semanas" de Oliver Burkeman.
Suele ser muy común que esto ocurra en situaciones como la que yo te he compartido, pero también en esas tantas en las que tenemos que tomar una decisión entre dos posibles alternativas. Por ejemplo, un cambio de trabajo o cuestionarnos si estamos en el lugar adecuado y si queremos averiguarlo realmente.
Espero que esta pregunta te sirva para abrir ese debate interno que puede que en estos momentos sea tan necesario también para ti.
Por cierto, solo hace ahora un año que volví a conducir un coche manual, todo un reto para mi. Simplemente me monté, me acordé de mi clave para situar los pedales (EFA (letra "f" en catalán): embrague, freno, acelerador) y me enfrenté a las primeras rotondas. Madre mía las rotondas.
Te escribo el próximo martes.
Atentamente y sin ánimo de encajar, Andrea 🤓