#1_Con Gafas Nuevas 🤓
Acabo de salir de la ducha.
Me he dicho “Andrea, empieza ya, no le des más vueltas”.
Porque a veces simplemente se trata de eso, de empezar.
Me he sentado frente al ordenador,
he encendido una vela y he puesto música chill.
He seguido viendo y revisando todos los textos, el correo, las imágenes.
Un listado exagerado para algo relativamente simple que estaba muy lejos de lo que considero "perfecto".
He pedido una segunda y tercera opinión sobre el texto.
Y finalmente he terminado por agotarme yo a mi misma de tanta pesadez. Basta.
Toca pasar a la acción.
Suelo ser muy organizada, planificada, me gustan los datos y los análisis. Las cosas bien hechas que digo yo. Soy de acción, una achiever (hacedora).
Y aunque a veces necesito bajar el listón y poner en pausa ese pepito grillo que me dice que quizás "todavía no", soy muy consciente de que esta forma de hacer me ha hecho llegar hasta aquí.
Te dejo aquí el enlace a mi historia por si quieres saber más.
Pero esta parte, más racional, de orden y de acción, también tiene su intríngulis.
Y si eres del club, sabrás de lo que hablo.
Genera una quema de energía brutal si lo piensas, porque aunque mi objetivo es hacer y poner en marcha, el plan requiere entender y programar muy al detalle todos los pasos.
Esto significa que en un momento de estrés, puedo caer en lo que conocemos como “parálisis por análisis”.
A mi favor diré, que también le he dado muchas vueltas a cómo aterrizar lo que quería hacer.
Déjame que te ponga en contexto rápidamente.
En 2021 empecé en silencio a sufrir burnout.
Yo no era consciente.
No lo fui hasta que en 2022 cuando ya no era yo, me lo dijo el psicólogo.
“Andrea, esto es burnout” me comentó mientras lloraba porque no entendía qué me estaba pasando.
No lo entendía y no podía salir.
Trabajaba como Directora de Marketing desde hacía casi cuatro años en una startup que se creó de 0 y en la que me involucré con la pasión y responsabilidad que me caracterizan de siempre.
Haciendo honores a mi preferencia de acción, hacer, cumplir, ser leal, responsable y trabajar duro.
Trabajar muy duro, por supuesto, porque cuando una se reinventa, parece que siempre hay mucho que compensar y nunca es suficiente “buen trabajo”.
Claro, yo también he pasado por el síndrome del impostor.
Como era de esperar, después de unas situaciones complicadas que viví dentro de la empresa, mi cabeza dijo “hasta aquí, no aguanto más”.
El burnout es principal y especialmente eso, un grito de auxilio desesperado antes de pasar a mayores.
En la empresa no se dieron cuenta.
Bueno, sinceramente, creo que no quisieron darse cuenta.
“Ojos que no ven, corazón que no siente”.
Habíamos levantado la empresa codo con codo. A algunos los consideraba amigos.
Así que la hostia fue todavía más fuerte cuando por video call me dijeron que amortizaban mi posición.
Esa decisión acarreaba meses de darme la espalda.
Luz de gas.
Y un desmerecimiento que nunca esperé recibir.
Amortizar una posición era algo que no había escuchado antes,
pero en cualquier caso había entendido perfectamente que estaban prescindiendo de mi.
Dos semanas más tarde la empresa hizo un ERE completo de toda la plantilla.
Y para más inri, yo estaba como una de los representante de los trabajadores para hacer el cierre.
No había rencor, enfado ni mucho menos odio, solo quería cerrar el capítulo.
De hecho, ¿te cuento un secreto?
De haberse hecho con un mínimo de deferencia y habiendo sido una decisión de negocio, me hubiera tomado una cerveza de despedida con mi jefe.
Siempre pensé que si pasaba, si algún día me iba, sería así.
Y de hecho, a pesar de todo, no me fui sin antes agradecer la oportunidad que tuve de crecer, aprender y disfrutar como lo hice.
Yo soy así.
Poco tiempo después,
Enfermó mi perrita Lola.
Murió un mes y medio más tarde, no pudimos hacer nada.
Aunque lo intentamos todo.
Lola me dejó mucho más vulnerable de lo que ya estaba.
Y por primera vez entendí que el corazón puede doler.
Literal.
Porque duele, y no en sentido metafórico.
La historia no termina ahí, y todavía quedaba mucha tristeza por llegar.
Eventos que se sucedieron de un modo que no tenía tiempo ni fuerzas para gestionar.
Pero si me permites, voy a guardar eso para mi.
Fue justo entonces cuando con este proyecto en mente empecé a crear contenido en redes sociales.
Estuve formándome en las mejores escuelas y dibujando una nueva oportunidad.
Y ahora, una año más tarde desde que esta idea empezara a cocinarse,
de disfrutar y ayudar con los procesos de coaching que he realizado con muchos de vosotros,
de resolver dudas y tener conversaciones con personas que están sufriendo,
llega esta Newsletter que tanta ilusión me hace.
“Con Gafas Nuevas 🤓” es el nombre de esta nueva Newsletter en la que quiero compartirte contenido que te sea útil para poder decidir, elegir y renunciar. Para que puedas vivir como tú elijas, sin necesidad de encajar o de cumplir con expectativas sociales.
Un contenido en el que hablaré de la importancia de escucharse.
Quiero compartir contigo herramientas de coaching, transformación y empresa para que puedas trabajar en tu desarrollo personal y crecimiento profesional.
Quiero prestarte unas nuevas gafas para que puedas observar el mundo de un modo distinto.
Porque muchas veces, simplemente se trata de eso.
Y quiero hacerlo a través de mi conocimiento, aprendizaje y experiencias tanto personales como profesionales.
No tengo la clave del éxito, tengo la clave de lo que a mi me parece éxito,
y esa es la que quiero compartir contigo en este nuevo hilo de contenido.
Solo espero que disfrutes de esta Newsletter.
Porque crecer, también es disfrutar.
Atentamente y sin ánimo de encajar, Andrea 🤓